Seguimos con la lectura del cuento de Edgard Allan Poe. Recordamos al narrador, sus características como personaje y como voz que relata en primera persona; frente al personaje masculino, las mujeres. Desde la descripción física (retrato) que comenzamos a interpretar la semana pasada hasta la etopeya (o descripción del carácter y costumbres de una persona).
No olvidéis que el día 16 se acaba el plazo para la presentación de los microrrelatos.
Este es de José Manuel Caballero Bonald, a ver si os inspira... (este tiene 144 palabras...es de los largos)
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El abeto
La mujer fue trasladando las bolsas al dormitorio. A un lado amontonó las que contenían productos perecederos y, al otro, las de los juguetes y adornos de variada aplicación. El abeto lo dejó afuera, en el pasillo. La mujer observó el resultado de su tarea y la encontró bien hecha. Luego se acostó. Las compras la habían fatigado y ya era bastante tarde. Una vez dormida advirtió que se le había incorporado al sueño un roce anómalo, como de arañazos en la pared. Pensó en el abeto un segundo antes de no pensar en nada. El abeto era de plástico, pero llevaba incorporado un práctico mecanismo de crecimiento. A juzgar por los síntomas, tenía que haberse producido algún desajuste en la maquinaria, pues las ramas del abeto taponaban el pasillo de modo selvático. La mujer ni siquiera necesitó despertarse para comprender que estaba atrapada.
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